miércoles, noviembre 28, 2007

Los Zapatos de Sole Onetto

Es una calurosa mañana y el sueño me tiene vuelto loco.

Después de 3 cafés y un par de cigarros, salgo con mis nuevos lentes y los zapatos de cuero blanco prestados y miro hacia abajo. Veo una aparición digna de “The Devil Wears Prada” y me asombro con un par de zapatos rojos de charol de unos tacos inimaginables y tan lindos que el fetiche de poseer objetos de diseño me invade. Casi como el rey de los gays, casi como diseñador de modas, el efecto de la deformación profesional me recalca que para hombres nadie hace algo tan lindo, por que ningún macho es capaz de ponérselos sin perder aunque sea un poco de masculinidad.

Me siento luego con la Daniela y le comento lo lindo que son los zapatos de la Soledad Onetto. Cual fiera tentada por la acertividad del comentario me dice “SEEEEEEEEE, son la raja. Pancho me encanta que seas así de fijón, tan mina pa tus weas”.

Tan mina pa mis weas?. Si fuera más mina quizás muchas cosas no pasarían la verdad. Es el ojo. El ojo que aunque uno no quiera después de varios años, detecta lo bello y lo feo. Se pone crítico y odioso, se pone viejo y desalmado. El ojo que ve que en la multitud hay gente carente de armonía, que sabe cuales amigas son feas y cuales no, que sabe cual niña puede usar cierta ropa y cual no, que sabe que colores combinan con la piel de una niña morena y cuales no.

Aquel ojo que no mezcla café con negro a menos que se vea realmente bien, o que no mezcla rojo con verde a menos que sea navidad. Ese que si tiene que hacer algo que hable de mujeres prefiere las curvas y si algo habla de hombres las puntas y vértices.

Esos ojos que cuando pasa de vuelta, rubia como el sol y con su chaquetita roja, la miran de frente, luego a los zapatos y de nuevo de frente y le dicen:

Sole, que hermosos tus zapatos

Te gustan, en serio, ¡Gracias!

Por un momento paro y analizo la situación.

Disimuladamente meto la mano al bolsillo y me doy cuenta que mis joyas siguen ahí, donde mismo. Por un momento pensé que el derroche de estrógeno en mi comentario haría que se desvanecieran.

Gracias a Dios el ojo agudiza sólo el sentido estético. En mí, por lo menos, sólo sigue provocando que una mujer bonita con unos zapatos bonitos se traslade imaginariamente a ese escenario que inventé a los 19, donde una mesa de pool de paño rojo espera, entre humo y wishkies, que yo le pegue a las lisas, y ella de negro y zapatos rojos de charol, a las listadas.

Saludos mis muchachos

El Pancho®

3 Comments:

At 9:09 a. m., Blogger yo soy tu padre said...

Weon no me keda nada claro, eres gay declarado, homosexual frustrado o simplemente el flako de siempre, jajajajaja, la parte donde revisaste las joyas me parecio notable ya que despues de tu comentario estaba dificil saber tu orientacion, jajajajaja, tu hermano mariotecrow(sorry javi)

 
At 4:06 p. m., Blogger Malignamente Hueviada said...

jajjaja no concuerdo con el huevón de arriba, lo que pasa es que a veces los seres humanos nos ponemos fijones.

Na que ver, aquí la huevá es ser gay si te gustan los zapatos de una mina.

Todavía no se va el machismo por la cresta.!!!!

 
At 1:05 p. m., Anonymous Anónimo said...

sii yo tampoc estoy de acuerdo con el tipo que posteo arriba....muestra la hilacha de su machismo y lo facho

 

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