miércoles, agosto 23, 2006

Sindicato de Mendigos

En el metro Los Leones, veo el lunes a un mendigo que me grita que tiene hambre, sin zapatos y con cara de loco. Dos días después me grita lo mismo, con la misma cara pero en Universidad de Chile.

Ahí mismo un gordo me pide “una monea” en la mañana, un ciego en la hora de almuerzo me pregunta la hora, una señora de vuelta del almuerzo me dice que le coopere, y en la tarde cuando me voy, un niño me pone los ojos tristes de gato abandonao y me estira un vasito. Claro las escenas conmueven (la de tengo hambre asusta, mas que todo) pero conmueven un solo día del mes. Por que todos los días es lo mismo a la misma hora. Universidad de Chile es casi plaza licitada de los chicos estos, que se turnan en horarios y segmentos.

Al principio les daba plata a todos, hasta que un día Manolo, mi amigo personal, iba por la estación ya nombrada y vio a un viejito sin zapatos bajo la lluvia mojándose triste. La escena le destruyó el alma, y en un acto de caridad no menor, le compró un paraguas y se lo dio para que se protegiera del aguacero. De vuelta de sus trámites el viejito seguía donde mismo y se seguía mojando sin paraguas. Lo había vendido. Manuel, obvio, lo puteó.

La caridad es buena, obvio, pero no el negociado. Ahora me limito a mirar a los ojos y decir que no, que es mejor que pasar de largo mirando para abajo.

Francisco®*

*Francisco Araya es escritor aficionado y crítico social mentalmente perturbado.

2 Comments:

At 9:47 a. m., Anonymous Anónimo said...

yieeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee!

 
At 10:12 a. m., Blogger Mr. Francisco® said...

triuwiiiiiiiiiiiiiinnnnnnnnn
meureeeeeeeeeeeeiiiiinnnnnnnnnn

 

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