Cuanto tienes, Cuanto Vales
¿Que es lo que pasa cuando uno no se siente valorado?
De vacaciones, pensé harto en cuanto valgo. Más allá de las cifras de mi cheque a fin de mes, o más allá del precio de mi amor frente a los cercanos. Pensé en cual es el valor que tiene mi vida en el mundo. Cual es finalmente la historia que hay que escribir al momento de echarme tierra encima. Cual será el legado de una vida transitada y cual es la huella que queda en las mentes de otros cada vez que me aparezco por las líneas de vidas ajenas.
Como me quiero ver, como me quiero sentir. ¿Quiero odiar, o ser odiado?
No quiero que me quieran todos, la verdad. Sólo quiero saber que cuando me voy a la casa, puedo dormir tranquilo. Como decía un amigo de otro siglo, no juzgar, no condenar, no ser soberbio. Cuesta, pero es la única forma.
Los criterios que me han llevado a ser un weon de mierda durante tanto tiempo, siempre estuvieron relacionados a cosas subjetivas. No me gusta como hablas, no me gusta como actúas. Eres un cobarde, no haces tu pega, eres un flojo, eres un chanta. Cualquiera de esas es tan subjetiva, tan hormonal, que no debe ser usada nunca, no es necesario. Al final las cosas malas se pudren solas. Sólo hay que morderse la lengua afilada.
He decidido ser un weon de bien. He decidido no rabiar más. He decidido amar, sin esperar ser amado. Eso al final, viene por añadidura.
Francisco.
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