Siempre actuando como niña, bien soberbia y malcriada, tuvo todo lo que quiso.
Si algo no le gustaba, pataleaba y gemía, hasta que a sus manos llegaba.
Si algo le gustaba, mal lo trataba, así demostraba que ella era quien mandaba.
De hombres, ni hablar. Pocos, débiles, amables, muy caballeros. Dominables por sobre todo.
Algunos decían que ella era así por pura pose. Otros creían que era una manipuladora soberbia y autoritaria.
Yo, desde la primera vez que la vi, me di cuenta que era solo una niña eterna. Siempre la habían tratado así, y nunca había tenido la experiencia de ser tratada como lo que era.
Una mujer hecha y derecha.
Pancho®
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