La Familia

A las siete y media de la mañana suena el teléfono. El Joaco quiere que lo vaya a buscar por que me trae muchas cosas de regalo desde Copiapó, de parte de la Mamá.
Cuando llego al San Borja buscarlo está entumido, igual que yo dicho sea de paso, y me tira esta frase:
-¿Cómo Pedro de Valdivia después de pasar un invierno en el Santa Lucia no cambió la ubicación de esta wea de ciudad?
- Frio de mierda - le respondo yo, cala los huesos.
Mientras voy en el metro con una mesa plegable y dos bolsos, metido entre la multitud en la hora pick, veo de reojo a mi hermano y veo lo que es ahora. Está más alto que yo, más negro y más flaco. Gracias a Dios estudia lo que le gusta, y le va bien también. Ha vivido harto más que yo (aun cuando le llevo 5 años de ventaja) y es un perro callejero de tomo y lomo. Yo soy un tirado a la calle, nací en la casa y se aburrieron de mi, tirandome al camino. Este weon nació en la calle, aperrado como el solo.
Cuando lo veo un recuerdo se me viene a la mente inmediatamente. El frío en santiago en invierno cuando veníamos con Jacinto, mi viejo, a vacacionar. Eramos el Joaco, la Dioni, Papá y Yo, caminando por Ahumada a las 10 de la mañana de un día de invierno. Eramos los cuatro viendo el cambio de guardia frente a la moneda, cuando estaba cerrada al público en general. Eramos nosotros almorzando en Fernández Concha, “viajando” en Metro, paseando por el Portal Lyon, por el Paso las Palmas, por Fantasilandia. Todos durmiendo en un catre cagaos de frío en la casa de la Tía Adaluz en Independencia. La casa del frío, donde el baño no tenía casi puerta, y donde podías ver el vapor saliéndote de todas partes, efectivamente. Mi papá, mis hermanos y yo en el frío invierno de Santiago el 97.
Vuelvo en mí y ya llegamos a Baquedano. Caminamos a penas con tantas cosas cargadas. Entramos juntos a The Room. Y Joaco se desespera por salir a comprar muebles por que la ve vacía y lo encuentra chico, no me lo dice pero se que lo piensa.
Tomamos desayuno mientras él juega al Burnout 3 y ya es hora de irme a la pega.
Me meto a la ducha y el termo casi no calentó el agua. Así que el chorro de agua tibia me trae de nuevo los recuerdos de aquellos inviernos, en especial del de ese año, donde Santiago era de nosotros un ratito, donde era lo más la raja del mundo, y donde alguna vez desee vivir cuando fuera más grande.
Aquí estoy po, vivito y coleando, en mi depa, más grande que nunca.

Los quiero niños
Pancho®

Los hermanos Guarenes y sus peores caras a las 8.30 de la mañana de un día frío con sol de invierno.