Lost In Translation
Cada vez que veo Perdidos en Tokio, derechamente me pierdo en la melancolía de las secuencias sin parlamento, en los momentos intensos donde no se entiende más que lo que uno quiere entender.
Me recuerdo mil miradas tiradas por ahí, que fueron respondidas con otras que se fueron diluyendo en suspiros, sonrisas y guiños.
El poder del gesto y la intencionalidad del cuerpo. Las ganas del alma y las emociones de mostrarse desnudas, solas, limpias, bellas y resplandecientes, haciendo una invitación cordial a devolver el gesto. Prestar atención a las manos, los ojos, los dientes comunicando, sin hablar más de lo necesario, sin decir más de lo evidente.
Mirando a los ojos podríamos tener una conversa larga y tendida.
Francisco Harris®
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