Historias de un Perdedor Reivindicado Capítulo Dos
¿Vamos Juntos al Baile de Disfraces?
Sucede que un día, para el aniversario del colegio, se organizó el clásico baile de disfraces. En ese tiempo era el juguete oculto de una chiquilla bien hermosa, que nunca fue capaz de decirme que sólo me quería como un amigo y no paraba de besarme cada vez que la puerta se cerraba, así como Ana Gabriel. Bueno que más le podemos pedir a una adolescente de 17, con ganas de wevear? Nada po.
La cosa es que a penas supe del baile de disfraces pensé que podíamos ir en pareja, es decir pareja - pareja, onda Tú vas de Campanita y yo de Peter Pan, no es malo.
La idea cayó excelente y tras la aprobación y mi alegría, comencé a construir lo que sería mi disfraz, esmerándome en que quedara lo mejor posible.
Compré tela, cosí mi disfraz, me conseguí botines de duende, me pare los pelos, me pinte los ojos (aun no se por que) me prestaron una espada y me puse (lo mejor) medias verdes para parecerme a este héroe del cine, que jamás crecía, y que por lo mismo no sentía sus genitales de adulto presionados con una prenda de dama.
Al llegar el momento de recoger a Campanita en su casa y luego de la sorpresa de verla linda y tierna en su traje de hada, comenzaron las hipótesis de lo lindo que podía ser estar en una fiesta pasándolo la raja y de cómo podía terminar todo en un abrazo gigante en medio de la pista de baile y demostrarles a todos aquel amor secreto (que nunca fue) a viva voz.
A penas llegamos al a fiesta, se me perdió Campanita.
Cagué po, de lo linda que se veía y teniendo un vestido cortito con alitas y con las piernas al aire, se me perdió el Hada de mierda. Hasta que la encontré po, agarrándose al que siempre se agarraba de día, y en público obvio.
Ni siquiera con edad para beber, solo atine a torturarme mirando desde una banca como ambos bailaban bien abrazados el lento que le tocaba con la guitarra yo, y que vendría a ser la canción que siempre le dedicaba. Una mierda, de principio a fin.
Pocazo aguante antes de irme derecho a su casa para dejarle un ramo de flores colgado en la puerta, con la esperanza de que algo de remordimiento le causara.
Al otro día, además de enojarse conmigo por haberle dejado ese ramo de flores y haberle estropeado el “mood” (ambiente) la noche anterior, solo atino a cerrar la puerta pa decirme bien bajito que el que le gustaba era yo, cosa que me compré en dos tiempos, olvidando todo lo sufrido en la noche anterior.
Después de harto tiempo, atino a leer lo que acabo de escribir y me doy cuenta que con la cara que tenía a los 17 y con la onda que tenía a los 17 estaba claro que hasta yo mismo me escondería, por muy weno que fuera. Ni un brillo po!
¿Y si me tocara la misma situación de nuevo? Uta, me saco las medias me las pongo en la cabeza y disfrazado de dinosaurio voy y me hago el simpático hasta que pique una, si total a esa edad, todos queremos puro wear. Menos yo el weon que se quería enamorar.
Idiota.
Los quiero mucho a todos
Bienaventurados los que leen esta historia y se acuerdan del disfraz.
Pancho Araya®
Antes Desabrido y sin Onda / Ahora Rico y Sabroso
Todas estas historias están modificadas pa que sean entretenidas de leer. No se pongan cronistas los matitas de weas.