Vacaciones Forzadas
En mis delirios más profundamente aspiracionales (y chulos por cierto), soñé con vacaciones echado en un a hamaca con un mojito en la mano y aguas turquesas con palmeras. Preciosas muchachas con un bronceado eterno me traían más y más alcohol, mientras mi cara y cuerpo tomaban un tono caramelo que me hacía ver como un maorí en celo.
Sistemáticamente mis vacaciones fueron escapando de mis aspiraciones, hasta simplemente no existir. La abultada agenda que me esperaba para los próximos meses, solo me permitía tomarme unos pocos días que finalmente no encajaban en ningún plan.
Sistemáticamente también, la falta de descanso me producía un desazón que se agrandaba cada vez que veía que ningún remanso iba a ser posible. Hasta que mi jefe, y amigo, me llama con cara de preocupado y me dice:
“Quiero que te vayai pa la casa, te conozco y se que podi explotar de un rato pa otro, así que mejor ándate, te regalo tres días”
Al ver el escenario, tomo cartas e inmediatamente le digo que después de los tres días me tomo vacaciones. Es el momento de respirar hondo y ver por que en los últimos meses mi conducta ha sido errática y llena de bronca.
Después de pasar por mi propia versión de “Sala de Parejas”, con
Quizás en este retiro no esté en una hamaca, y las chicas lindas se reducirán sólo a una chica linda. Pero el mojito no me faltará y la playa con su brisa, no dejará de despertarme para salir a disfrutar de ella, sentado en la terraza de un departamento en el litoral central.
Antes de hacer cualquier actividad, por lo general uno se pone metas. Mi meta esta vez es sanar la rabia, y despertar el yo real.
Me despido mis muchachos, nos vemos.
Pancho®